jeudi, juillet 21, 2005

Dulce vaguedad

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Cierro tras de mi la puerta
y con el mar por las rodillas
atravieso la sencilla puerta
que lleva al cielo.
Toda la imaginación posible
aparece en ese primer día de vacaciones.
Paso a paso respiro hondo
por lo supuesto y esperado;
por lo deseado y acumulado
respiro hondo paso a paso.
A partir del próximo minuto
bajo un árbol se oirá el arpa
de un pájaro ciego y mis hijos
jugarán con la bola del mundo.

Es un estado natural que convertimos
en premio, en horas de minutos invisibles
que no importan porque sólo aquello que no hicimos
vale la pena reanudar.
Sólo eso que el tiempo nos prohibió
renace en el día sin cercas
de este jardín que habitamos.

Y no nos importa
el viento, ni la lluvia que nos acaricia
o el sol que arropa el cuerpo entregado.
Porque no hay que rendir tributo al segundo
ni a la larga noche del orden.

La dulce vaguedad del alma ha vencido
y no es pereza, sino lento derivar
de pasos sin rumbo sobre una tierra
que se sucede en geografías del sueño
para reinventar nuestros humanos corazones.

Y es que por unos días
nos parece que la Libertad
existe y pasea al antojo de nuestro brazo.

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Texto: Del libro La luz más clara, Jesús Fragoso ( De vacaciones entre Florencia y Venecia).

Pinturas: Sarah Kirby.

lundi, juillet 18, 2005

Me preguntas

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Y ¿tú me preguntas
por los muertos?
Tú, que les ves crecer las uñas
y aplastas las flores olvidadas
en las cunetas.
Y ¿Tú me preguntas
por los muertos?
Tú, que me trajiste desnudo
sin lenguaje ni fuerza
y me entregaste a la fortuna
de los caminos y las murallas,
así tan ciego
como un halcón sin cielo
ni horizonte...

Y tú me preguntas...
A mí que creo en las sonrisas
los soles y las guitarras,
el juego de los niños
y las tardes de siesta y vino derramado.

Y tú me preguntas...
A mí que no se resumir
el pasar de los relojes
por los cuerpos;
ni la avaricia de la urraca
en los valles
que habita el hombre;
ni la noche que ahoga el río
tras las promesas rotas.

A mí que creo en los ojos cerrados
cuando beso, y me dejo...
como un soplo de tu pelo
en la tormenta, y me dejo...
como un pájaro en tus manos
que tiembla al reconocer
los pasos invisibles,
la voluntad del tiempo.

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Texto: Jesús Fragoso
Pintura: Xevi Vilaró